ABECEDARIO DEL AÑO DE LA FE
ABECEDARIO DEL AÑO DE LA FE
Por Javier Leoz
Adquirir exacta
conciencia de la fe para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para
proclamarla.
Beber de las
fuentes de la Palabra para impulsar una auténtica evangelización, con nuevos
métodos y con nuevo ardor. Sólo, desde la Palabra, sabremos a quién transmitir,
por qué y para qué.
Confesar y
trasferir sin miedo los contenidos de nuestra fe cristiana. Presentar aquello
que creemos sin dulcificaciones ni temor a ser rechazados.
Dar valor y sentido
divino a la caridad de tal forma que, nuestra generosidad,sea fruto de la íntima
relación con nuestra fe. Que nuestra caridad sea cristiana y no sólo
humanitaria.
Estimular e
incentivar a los diversos grupos existentes en la parroquia para que conozcan y
profundicen más en las sagradas escrituras.
Facilitar el
Sacramento de la Reconciliación como llamada a la perfección de la vida
cristiana y a saborear la misericordia de Dios a través del perdón de los
pecados
Gustar y consolidar
la amistad con Jesucristo. Para ello, como recuerda el Papa Benedicto XVI, es
necesario abandonar los desiertos excesivamente mundanos en los que se diluye
nuestra vida cristiana.
Hacer de este Año
de la Fe una lectura objetiva, eclesial y renovadora del Concilio Vaticano II.
Alejarnos de los radicalismos (en un sentido y otro) será una oportunidad para
redescubrir aquel acontecimiento eclesial que ha marco un antes y después en la
vida de la Iglesia.
Irradiar con
alegría la experiencia de Jesucristo muerto y resucitado mediante la recitación
confiada y pública del Credo.
Jalonar toda la
acción pastoral del presente Año de la Fe visualizándola en el ámbito de la
caridad. El presente año, y en la coyuntura de crisis, es una oportunidad para
demostrar los quilates de nuestra identidad cristiana.
Leer con más
detenimientoe interés la Palabra de Dios. Debemos descubrir la necesidad de
alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el
Pan de la vida, ofrecido a todos los que son sus discípulos.
Memorizar como
oración cotidiana el Credo. Con ello retomaremos una buena costumbre presente ya
desde los inicios del anuncio evangélico.
Nostalgia de Dios.
Es decir; recuperar el deleite por las cosas de Dios a través de la liturgia, de
la piedad popular, de la música sacra, polifónica, canto gregoriano, los
sacramentos y de la fe celebrada en comunidad.
Orar para que la
Iglesia, con todos sus miembros, nos sintamos llamados a una constante
conversión hacia el que es el único Salvador del mundo: Jesucristo.
Percibir los signos
de los tiempos como una convocatoria a comprometernos mucho más desde nuestra
condición de cristianos. No sirve ya el lamentarse o detectar el mal de nuestra
sociedad. Es preciso ser sal, levadura y luz allá donde nos encontramos.
Querer y buscar
espacios de reflexión, estudio y oración. Los jubileos bíblicos llevaban siempre
al pueblo de Dios a la meditación sobre las acciones salvadoras de Dios y sobre
el compromiso de la alianza
Resolver y
abandonar la timidez apostólica en la que frecuentemente caemos los católicos.
¿Por qué no se hace sentir mucho más la voz de los cristianos en los ámbitos
políticos, económicos, sociales, etc?
Sintetizar, para
una mejor comprensión y conocimiento, el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica
con motivo del 20 aniversario de su publicación.
Testificar y
transmitir ante las realidades que nos rodean el don de la fe. Sólo desde la
experiencia, profunda y real, podremos dar razón de aquello que decimos sentir y
creer.
Unir nuestra fe a
la del Papa y a lade la misma Iglesia. Ésta no es otra que aquella que está
basada en el cimiento de la roca de los apóstoles: una sola fe, un solo Dios y
Padre.
Valorar la fe como
un don recibido pero también como una tarea a realizar. La Iglesia, por sí
misma, es misionera. Un miembro de la iglesia o es misionero o le falta algo a
su fe: testimonio vivo de Jesucristo.
Web, blog y
creatividad para hacer presente el mensaje de Jesús de Nazaret con las técnicas
de los nuevos tiempos y con el tesoro que llevamos entre manos: la Nueva
Evangelización.
Yuxtaponer en todo
momento la fe a las opciones de cada día, la Palabra que ilumina a las
decisiones
Zambullirse de
lleno, como cristianos, en la vida eclesial. Colaborar con ella en aquello que
podamos realizarnos y, sobre todo, estar orgullosos de pertenecer a la Iglesia
Católica.
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